10 momentos inolvidables que han hecho que me enamore de los viajes

✍️ Cristina Arvelo⎮ Itinerarios para itinerantes

Estoy convencida de que mi corazón tiene la forma del planeta Tierra; redondo, un poco achatado por los polos y teñido de intensos colores verdes, azules y marrones.

Te preguntarás por qué lo tengo tan claro, y es porque mi corazón se emociona y late con más fuerza cada vez que llega a un nuevo destino. Sufro palpitaciones, el ritmo cardiaco se me acelera… ¡Si te gusta viajar, seguro que sabes a lo que me refiero!

¿Te puede caber el mundo entero en el corazón? Definitivamente, sí. Hay espacio para altas montañas, océanos sin fin, pueblos remotos, construcciones increíbles, danzas ancestrales, gastronomía deliciosa… En este corazón con forma de planeta siempre queda hueco para guardar con cariño todo lo que nos ofrece este maravilloso mundo.

Y como es un corazón… ¡Pues se enamora! Se enamora de aquel amanecer que vi desde un fastuoso templo en Vietnam, y de las fascinantes ruinas arqueológicas que visité en la selva camboyana, también del rumor de la cascada de Islandia; aquella a la que me acerqué todo lo posible solo para poder sentir las gotas de agua sobre mi cara…

Por eso, cuando la gente me pregunta, ¿pero, por qué te gusta tanto viajar? Yo les respondo: ¡PORQUE ESTOY ENAMORADA DEL MUNDO!

Entre todos mis amores, tengo unos muy especiales, que hacen que me emocione cada vez que los recuerdo, que se me erice la piel al nombrarlos y que me llenan de alegría cuando regreso a sus brazos en un nuevo viaje.

A veces son amores locos (como el que sentí por la ciudad de Hanoi, mientras recorría el caótico barrio antiguo en tuck tuck), otras veces, inesperados (como la sorpresa por mi llanto espontáneo al ver El Monasterio, en la ciudad nabatea de Petra) … Pero siempre son amores que, aunque solo duren un instante, me han marcado lo suficiente para que no los olvide jamás.

¡Porque un amor, cuando es verdadero, permanece en tu corazón para siempre!

Los 10 momentos que más me han emocionado en mis viajes

Hay infinidad de recuerdos que podría nombrar, pero quizás, los que más añoro son:

1.- Llegar al interior de la gran pirámide de Keops en Egipto.

En primer lugar, asciendes durante unos minutos por pequeños y estrechos pasadizos mientras no paras de pensar: ¡Estoy en el interior de una pirámide de miles de años de antigüedad! Posteriormente, comienzas a bajar, y cuando llegas a la cámara del Rey y ves el sarcófago que se encuentra en el corazón de una de las estructuras más enigmáticas del mundo, te invade una sensación de humildad… ¡Indescriptible! Creo que es un lugar con una energía envolvente muy potente. Es muy difícil definir con palabras las emociones que sientes al encontrarte en el interior de La Gran Pirámide de Egipto.

2.- Ver el atardecer naranja desde un barco navegando por el río Nilo en Egipto.

Mi primer momento ¡WOW! en un viaje. Aquella tarde empezamos a recorrer el río Nilo en un pequeño crucero y pensé que sería buena idea subir a la cubierta para ver la puesta de sol. ¡No me imaginaba que la imagen que vería me impactaría tanto! Fue la primera vez que, estando de viaje, sentí como una “corriente eléctrica” que de súbito me sacudía el cuerpo; Una mezcla de sorpresa y felicidad pura.

Me sentí como una de las protagonistas de las películas de aventuras que tanto me gustan. Era como si estuviera rememorando uno de mis mejores sueños viajeros, el que siempre había querido cumplir, pero lo mejor de todo, es que estaba ahí de verdad para disfrutarlo en persona. Ya no tendría que volver a imaginarlo nunca más. ¡Lo que veía era real!

3.- Hacer snorkel en las islas de Krabi en Tailandia.

No puedo hacer buceo por temas médicos, por lo que el snorkel es mi única opción para observar el fondo del mar. En ciertos lugares de Krabi el mar que rodea las verdes islas te permite observar auténticas maravillas a pocos metros bajo el agua sin necesidad casi de sumergirte. Por primera vez veía los corales y los peces tropicales, que nadaban junto a mí rodeándome de belleza.

Un mundo oculto multicolor que nada tiene que envidiar al de la superficie y que, hasta entonces, era desconocido para mí. Allí, flotando en un enclave que se me antojó mágico, sentí un tipo de paz que no había experimentado nunca antes en mi vida. Un momento que recuerdo y aún me transmite tranquilidad y sosiego. ¡Fue una gran experiencia!

4.- Hacer kayak en la Bahía de Ha Long en Vietnam.

En varios de mis mejores momentos en los viajes, el agua aparece como gran protagonista. Será porque soy isleña y siempre he vivido muy cerca del mar, por lo que me encanta. Cierro los ojos y me veo en el kayak, remando entre las islas de la interminable Bahía de Ha Long. Las fotografías no hacen justicia a este lugar. Ahí, a ras de agua, los islotes parecen gigantes, pero lo alucinante es que guardan un secreto: algunas de ellos tienen unas pequeñas playas de fina arena blanca, donde no hay absolutamente nadie.

¡Llegar con el kayak a una de estas playas desiertas te hace sentir como una auténtica exploradora! Ver el atardecer desde la arena mientas contemplas el asombroso paisaje es algo realmente inolvidable.

5.- Visitar la edificación conocida como “El Monasterio” en Petra, Jordania.

Tuve la suerte de no ver muchas imágenes de Petra antes de mi visita a esta antigua ciudad nabatea. Por eso, todo el complejo me sorprendió muchísimo: el Desfiladero, el Tesoro, las casas excavadas en la roca… Pero hubo un momento de mi ruta donde lloré de emoción. La primera vez que he llorado de alegría en un viaje.

Y en más de 22 años recorriendo el mundo solo lo he hecho dos veces, así que te puedes imaginar lo importante que fue para mí, después de subir la friolera de 900 escalones sin saber bien lo que me iba a encontrar, alzar la vista y toparme de frente con la magnificencia en forma de templo en la montaña. ¡Fue estremecedor tener delante al inmenso “Monasterio”! Las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos de forma incontrolable, simplemente porque aquel lugar era tan impresionante que me abrumaba. Fue un momento de felicidad plena muy difícil de repetir.


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6.- Ver el amanecer en el desierto de Wadi Rum en Jordania.

Los desiertos siempre me han resultado muy atrayentes, y el de Wadi Rum es, sin dudarlo, de otro mundo. Una de las mejores experiencias que he tenido estando de viaje ha sido ver la salida del sol en medio de la nada, rodeada de dunas y con el único sonido del viento acompañándome.

El color de la arena en este desierto es espectacular. A medida que te acercas a ella te das cuenta de la cantidad de tonos diferentes que tiene: rojo, amarillo, naranja, violeta… Una composición que resplandece de manera casi irreal con el sol. Salteadas entre las dunas, se elevan monumentales montañas de extrañas formas. ¡Parece que estuvieran talladas a mano! La atmósfera te envuelve y sientes una paz sin igual.

Al amanecer, la luz poco a poco va iluminando las montañas, la arena… Resurgiendo los colores, las formas… Como si de un armonioso baile se tratase. Primero despacio, tímido y luego cada vez más rápido ¡Grandioso! Ese instante se me quedó grabado en el corazón y sueño con repetirlo algún día.

7.- Navegar en kayak por la laguna de Jökulsárlón en Islandia.

Siempre me ha gustado el kayak. Deslizarte sobre el agua teniéndola tan cerca tiene algo épico y en la laguna de Jökulsárlón en Islandia adquiere otro nivel. Imaginaos un lugar donde los icebergs brillan mientras se mueven sobre el agua lenta e imprevisiblemente. Cuando te acercas a ellos con el kayak, no puedes hacer otra cosa que detenerte a una distancia prudencial y admirarlos ¡Son tan imponentes!

Es sublime estar rodeado de estos enormes bloques de hielo, mientras, a lo lejos, el silencio se rompe por el estruendo de aquellos que caen a la laguna en el borde del glaciar, ¡Ese ruido es sobrecogedor y fascinante a la vez! Por si fuera poco, una foca viene a tu encuentro y piensas que la estampa no puede ser más idílica. Pero es real, y tú formas parte de ella.

8.- Ceremonia budista en el Templo de Angkor Wat en Camboya.

Hay momentos en los viajes que están llenos de magia. Momentos que no te esperas y que te generan una fascinación total por todo lo que está sucediendo ante ti. En el templo de Angkor Wat viví unas horas únicas cargadas de religiosidad y simbolismo. Justo antes de la puesta de sol, mientras admiraba la entrada del templo, empecé a oír unas voces a lo lejos.

De repente, apareció de detrás de las palmeras un desfile de fieles y monjes hinduistas que venían en procesión, rezando y cantando. ¡Qué lindo se veía! Las túnicas naranjas de los monjes y las ropas blancas de los fieles contrastaban con el verde intenso de la hierba. La música y los rezos llenaban el lugar haciendo que todos los allí presentes quedáramos hipnotizados.

La ceremonia era de ofrendas al dios Vishnu. Portaban coloridas flores y diferentes frutas que dejaban a los pies de un fiel caracterizado como esta venerada divinidad. Imaginad por un momento la combinación del fantástico entorno con los cánticos, el olor a incienso quemado, y la solemnidad de la ceremonia… ¡No pudo ser más emocionante!

9.- Ver el amanecer desde un globo aerostático en la Capadocia, Turquía.

Cuando uno se sube en globo por primera vez, no sabe bien que esperar. Y si encima lo haces en un paisaje tan fabuloso como la Capadocia, la sorpresa es aún mayor.

Para estrenarme en esta experiencia, había escogido el valle de Göreme en Turquía, lugar donde se hayan las formaciones rocosas puntiagudas conocidas como «las Chimeneas de las Hadas».

Todo comienza antes de que los globos empiecen a elevarse. Imaginaos un enorme valle totalmente a oscuras, donde vemos llamaradas de un color amarillo intenso por todas partes, que se encienden y se apagan, como linternas potentes que iluminan todo durante unos segundos para luego volver a la más absoluta oscuridad. Poco a poco, (con la luz que desprende el fuego) vamos viendo como cientos de globos se van levantando del suelo y empiezan a subir y a subir, mientras, sin darte cuenta porque estás como abobad@ por el espectáculo, tú también te encuentras ya en el aire subiendo cada vez más.

Después de unos minutos, todo se para cuando empiezas a ver el sol asomarse por el horizonte. No puedes más que quedarte hipnotizada mirando mientras piensas que quizá sea lo más bonito que hayas visto en tu vida. Una vez ya ha amanecido, el paisaje a tu alrededor lleno de globos multicolores es precioso.

No sé si alguna vez podré describir lo feliz que me sentía aquella mañana en un globo a más de 5.000 metros de altura. ¡Sin duda, puedo afirmar que es la mejor actividad que he realizado en más de 20 años viajando!

10.- Senderismo por Skageflå en el fiordo de Geiranger, en Noruega.

He dejado para el final una gran experiencia de mi último viaje a Noruega en este año 2022. Cuando pensaba que ya había visto muchas cosas en mis escapadas, y que ya nada podía sorprenderte como antes, llegué al fiordo de Geiranger y mi corazón y mente explotaron… ¡Literalmente!

Este fiordo es Patrimonio de la Humanidad y de verdad que su paisaje parece ficticio; como un gran cuadro de acuarela donde pintas todo aquello que deseas ver. Una de las actividades más populares de Geiranger consiste en realizar la ruta de senderismo hacia la granja de piedra de Skageflå.

Esta larga senda tiene dos puntos de partida. En mi caso, comencé en la base de la montaña, a ras de agua dentro del fiordo, en un pequeño muelle al que llegas gracias a una zodiac. Desde ahí parte una escalera muy pronunciada que te irá llevando por unas vistas que parecen sacadas del fondo de pantalla de un ordenador.

Esta ruta panorámica tiene muchas sorpresas, pero no te las voy a desvelar para que tú mism@ las descubras en persona, pero te diré que, hasta ahora, ha sido la caminata de senderismo que más me ha gustado de todas la que he hecho en mis viajes. ¡Ahí lo dejo!

Espero que este artículo te inspire a conocer nuevos destinos, pero, sobre todo, que te anime a seguir soñando con grandes viajes: Esos que hacen que nos sintamos muy vivos y que nos enriquecen de forma incalculable la mente, el corazón… y el alma.

Cuéntame viajer@; ¿Tú también sientes que tu corazón tiene la forma del mundo? ¿Cuál ha sido tu momento más sublime en un viaje? ¡Me encantará conocer tu experiencia!

Artículo finalista del Premio Trotamundos Mejor Artículo de viajes del año 2022

4 Comentarios

  • Vero

    Qué gozada leer éste artículo. Estoy segura que a todos los que tenemos el corazón en forma de mundo, nos ha emocionado y nos ha hecho reencontrarnos con nuestros mejores recuerdos viajeros. Un texto que enamora y mantiene vivas nuestras ilusiones viajeras porque sentimos que el mundo está al alcance de nuestras manos. Gracias Cris! Tienes un don para la escritura. Palabras súper emotivas y llenas de optimismo.
    Un abrazo enorme

    • Cristina

      ¡Muchísimas gracias Vero por tu bonito comentario! Me hace muy feliz que te haya gustado y lo hayas disfrutado tanto. Haz dado en el clavo con lo que quería transmitir: emoción, positivismo y la convicción de que el mundo está ahí para nosotros y que no hay límites. Te deseo una vida muy feliz llena de grandes viajes. Un abrazo grande.🤩

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