El turismo de masas y los bloggers de viaje: ¿Culpables o inocentes?

✍️ José Luis Bauset ⎮ Viajéfilos

Volvieron las ganas de viajar, más bien las posibilidades y con ellas, las colas, las aglomeraciones y los abusos: El turismo de masas. También la ilusión y la sorpresa por supuesto. Pero es que el verano ha dejado imágenes que difícilmente creíamos posibles hace años, aquellos en los que parecía realmente una aventura. En este año dejaron de sorprendernos las filas de turistas dopados de oxígeno ascendiendo al Everest, las interminables horas de espera frente a un templo balinés para conseguir la foto “ideal” que subir a las redes o los madrugones insufribles, las peleas y hasta las multas… para conseguir tomar el sol en la playa. 

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No hace mucho leí con una sonrisa nerviosa como mi amigo Alex, el Mochila Expres, comentaba una foto de nuestro Insta. Unas vistas de impresión en el parque nacional Jasper que nos mandaban unos amigos con esas chapas viajefilas que no paran ni un segundo. Un mirador que se ha puesto “de moda” y en el que al parecer hay que aguardar pacientemente para la foto. “Vaya suerte” decía, al ver que consiguieron la foto en soledad. Por supuesto nada de aquellos osos que temerosos veíamos relativamente cerca en aquellos primeros viajes. 

Me alarmé cuando leí como Vane, la Ardilla Voladora, mostraba desencanto al llegar a Komodo. Uno de esos grandes sueños viajeros que quedaba desnaturalizado por las hordas de turistas que rodeaban a los dragones para inmortalizar el momento. Pobres dragones. Yo que recordaba ese momento como un Indiana Jones arriesgando la vida acompañado tan solo del guía tras una noche de caótica navegación hasta la isla. 

Cala en Menorca llena de barcos

Lo peor nos ha llegado no hace mucho, cuando algún amigo nos ha reprochado, tras volver de viaje a Albania, “que había demasiado turismo” y que “de barato, nada”. Con lo interesante y “virgen” que nos resultó en 2021 cuando lo recorrimos. 

No pude hacer otra cosa que “echarme la culpa”. Entendamos que en sentido figurado y sin ánimo de protagonizar nada y menos toda esa culpa. Pero acaso, queridos Travel bloggers, ¿no pensáis que en esto de “democratizar el viaje” nos hemos pasado de vuelta?. Recuerdo con nostalgia los viajes de antes, los que costaban mucho esfuerzo y menos dinero. Aquellos en los que Lonely Planet era la única compañía. ¡Vaya nombre más bien puesto!. Qué le vamos a hacer. Pero me temo que sí, que parte de la culpa de esta masificación es nuestra. 

Quisimos ayudar a la gente a animarse a viajar. ¡Como si hiciera falta!. Y vaya si se han animado. Lo peor de todo, sin respeto, sin conocimiento y seguramente, hasta sin interés. Porque lo importante ya no es ni tan siquiera adónde, lo único importante es quien lo ha hecho y si hacerlo nos dará más likes. Por supuesto (y por suerte) que no todos entran en el mismo saco. 

Me temo que contribuimos (y de qué manera a juzgar por las visitas que tuvimos este año) a saturar el mercado turístico de Albania. Eso no debería ser malo, no al menos en esencia. Mayor conocimiento de otras realidades, mejora de las infraestructura turísticas, aumento de ingresos y renta de los agentes implicados en los servicios turísticos… Pero me temo, de nuevo el verbo del miedo, que nada de eso habrá pasado. Se encarecieron los precios sin mejorar la calidad, nada se invertirá en recuperar atractivos turísticos del país que piden a gritos restauración y pocos serán los que vuelvan conociendo la realidad del país y de la región de los Balcanes. Ojala me equivoque, pero la culpa, en su justa medida como digo, es también nuestra. 

Nos fascinó nuestro viaje de diez días en Azores y no podéis imaginar la de preguntas en el blog que hemos recibido y espero que resuelto. Colocamos nuestros post en los primeros puestos de las búsquedas de Google. Maldito SEO. La de amigos que han visitado alguna de las islas del archipiélago. Seguro que volvieron igual de fascinados, espero que al menos, igual de enamorados que volvimos nosotros de aquellas caminatas que emprendíamos en soledad la mayor parte de las veces. Conocimos restaurantes “de pueblo” con una envidiable cocina y un producto de chuparse los dedos y los pusimos en el mapa. Espero que sigan mimando a sus clientes como lo hicieron con nosotros. Realmente nos sentimos muy bien en las islas. Al menos estoy seguro de que mala fe no tuvimos nombrandolos. 

Me da miedo que provoquemos algo similar en Galápagos, un ecosistema tan frágil como único, en Tíbet, donde la población local ya está siendo invadida por sus propios vecinos chinos o en los Polos, donde es más que evidente que el turismo de masas sería su definitiva sentencia de muerte. Imaginaos los santuarios de fauna salvaje en África, los reductos de pueblos indígenas del Amazonas o las comunidades quechuas de Bolivia. Y aún así iríamos mañana mismo a redescubrirlos. 

Una calle en Tokio un día de lluvia

Hubo que restringir el acceso a lugares como Maya Bay en Koh Phi Phi en Tailandia o la playa Escondida de México, la conocida como puerta al paraíso. De momento parece que Japón es el único país que está decidido a limitar la entrada de turistas. Tal vez otros destinos se vayan sumando. Proteccionismo de cultura, naturaleza y tradiciones o un error que cercenará el ambicioso sueño viajero de muchos. 

Hay que ver adónde nos lleva todo esto y tendremos que asumir la responsabilidad que tenemos en ello. Nosotros no acabamos de tener claro cuánto de culpables somos, desde luego poco inocentes nos sentimos.

Y vosotros, ¿cómo os declaráis: Culpables o inocentes?. 

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