Lo que aprendes viajando sin billete de vuelta

✍️ Patricia y Matías ⎮ Viajes y Tips

¡Hola viajeros! Hoy dejamos de lado las guías de viaje, los itinerarios y los consejos para traeros un artículo un poco más íntimo y especial.

Si estás leyendo esto probablemente sea porque te guste viajar o seas un viajero como nosotros, así que te invitamos a quedarte a leer y reflexionar, puede que te ayude a tomar la decisión de vivir esta aventura, igual que nos pasó a nosotros.

Pero… ¿Cómo es realmente viajar sin billete de vuelta? Objeto de deseo de muchas almas viajeras, viajar sin billete de vuelta es una experiencia irrepetible, de esas que no se borran fácilmente. En nuestro caso, hemos pasado de querer tener todo bajo control a no saber qué hacer o dónde ir mañana. Sí, así es nuestra vida ahora (¡Y vaya cambio!). ¿Alguno se siente identificado? 

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¡Ojo! No todo es color de rosa. No es un cambio que puedas asimilar de la noche a la mañana, especialmente si tienes tendencia a tener todo bajo control. Te costará adaptarte un poco, momentos de tensión querrán arrebatarte tu paz mental pero… lo superarás. ¿Sabes por qué? Porque viajar sin billete de vuelta te da algo único: LIBERTAD. Y cuando abrazas ese sentimiento, no quieres soltarlo nunca más.

Lo material nunca te llenará 

Por ello, nuestro primer gran aprendizaje es que las experiencias SIEMPRE tienen más valor que las cosas materiales. Vivimos en una sociedad donde lo tenemos todo, pero no sentimos nada. Siempre decimos que al final del juego no nos llevaremos nada material, que cuando te despidas de esa persona especial, no te importará la ropa que lleve, sino todos esos momentos compartidos, todos esos viajes disfrutados.

Improvisar nunca nos ha sentado tan bien

¿Y, sabéis qué? Las mejores vivencias acaban surgiendo de planes improvisados, al menos, en nuestro caso ha sido así. Las expectativas muchas veces son enemigas y nos crean falsos juicios. Lo mejor, para nosotros, es dejarse llevar y sorprenderse. ¿Os ha pasado?

Lo sorprendente es que éramos súper diferentes hace no muchos años atrás y ahora no queremos volver a ese mood a golpe de pito. ¿Sabéis lo bonito que es sentirse bien en un lugar, conectar y decir: me quedo más tiempo? Obviamente, estamos hablando de viajes con mucho margen de tiempo, pero oye, no es excusa para implementarlo también en viajes más cortos.

Aprender a valorar más lo que tienes

Otra cosa que hemos aprendido es a relativizar los problemas. Seamos sinceros, no valoramos lo suficiente el haber nacido en España u otro país de la Unión Europea. Solamente el tener el pasaporte de color rojo, te abre mil puertas. Otras garantías, como una sanidad gratuita se valora muchísimo cuando no la pierdes, como es el caso de los países en los que hemos vivido durante nuestro viaje por Asia. 

Y, por muchos problemas que tengamos, quien haya viajado por el Sudeste Asiático (e imaginamos que en muchos otros lugares del mundo también ocurre) sabrá que somos unos afortunados, por norma general. Aprendamos a disfrutar de lo que tenemos en casa, que es muchísimo.

No todo vale 

Muy relacionado con el anterior punto, queríamos contaros que hay que entender el contexto de las situaciones. Y esto es algo que nos fastidia bastante, especialmente cuando vemos a otros viajeros “quejarse” en situaciones injustas.

Tanto viajes con más o menos presupuesto: no todo vale. No hay que olvidar que venimos de “vacaciones” y que, aunque tenemos el derecho de disfrutar, no se debe faltar nunca al respeto. Poner una mala crítica a un alojamiento en medio de la selva porque te has encontrado hormigas, no es justo. Quejarse de que tardan mucho en traerte la comida cuando ves que las instalaciones son humildes y solo hay una persona trabajando, no es justo.

Desconectemos del estrés de quererlo todo ahora ya y perfecto. Aprendamos a afrontar situaciones adversas con mejor cara, especialmente si poco más se puede hacer. 

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La bondad de las personas existe

Vivimos en una sociedad que se odia, crispada y frustrada. Lo “normal” es esperar que la otra persona quiera fastidiarte. Pero, ¿Sabéis qué? En nuestro viaje por el Sudeste Asiático nos encontramos con gente maravillosa. Gente buena, sin maldad. En Bali, concretamente, pudimos ver la honestidad de su pueblo en su mayor esplendor. Desde estas humildes palabras queremos agradecer a todas y cada una de las personas que se preocuparon por nuestro bienestar sin pedir mucho a cambio. ¡GRACIAS!

Como en todos lados, claro que también había gente que quizás quería aprovecharse de tu “desconocimiento” del lugar o de la situación, pero en términos generales, nos sentimos muy seguros, tranquilos y agradecidos. ¡No tengáis miedo!

PD: Ser amable, sonreír y dar los buenos días en el idioma local te abre muchas puertas, no cuesta nada y es gratis.

El tiempo es relativo

Vivimos un poco a golpe de pito, a la orden del día. No os culpamos, nosotros estábamos igual. Este viaje sin billete de vuelta hace que pierdas la noción del tiempo. Realmente dejas de saber cuándo es fin de semana, porque: o bien trabajas todos los días o bien disfrutas todos los días, o ambas al mismo tiempo.

Y es una sensación muy guay, para qué os vamos a engañar. Pero principalmente porque te olvidas de esa sensación que te impedía disfrutar de un domingo por la tarde, pensando en que al día siguiente ya era lunes. Aprendes a disfrutar el momento en el “ahora”. 

Ser diferente no es malo

Otro de los grandes aprendizajes de este viaje ha sido el ver cómo la vida funciona de otra manera con total normalidad. En un mundo en el que estamos acostumbrados al 1-2-3, llegas a Asia y es otro mundo, literalmente. Y te preguntas… ¿Pero cómo es posible? Pues claro que es posible. ¿Por qué no lo iba a ser? Y es que seguramente hayáis oído o leído la frase: “Viajar abre tu mente”. Efectivamente, así es. 

Comprendes que hay muchas maneras de afrontar la vida y la muerte. Que no todo se tiene que hacer como estás acostumbrado, que hay mucho más. Estamos agradecidos de todas las experiencias, buenas y malas, que nos han hecho crecer como personas y entender que hay muchas maneras de vivir en armonía. ¿Qué importa de qué religión seas? ¿Qué importa qué costumbres tengas? Si al final de la historia, todos somos iguales. Lo diferente no es malo, todo lo contrario, es nutritivo para abrir tu mente.

¿Se llega a volver a casa… o te quedas en un limbo?

Y después de escribiros algunas de las cosas que hemos aprendido en este viaje, todavía sin finalizar, queremos hacer una confesión. Ese miedo que teníamos en los días previos al iniciar este gran viaje, ese miedo que cierra tantas puertas e impide viajar a otros viajeros, ese miedo que te desconcierta… ha vuelto. Lo sentimos de nuevo, pero esta vez en el final de nuestro viaje.

Y te preguntarás… ¿Por qué? ¿Si vuelves a casa, no lo echas de menos? Claro que sí. Pero mi casa… ¿Seguirá siendo mi casa? Amigos y amigas, si de algo podemos estar seguros es que vivir viajando es algo que te cambia por completo. 

Cuando empezamos este viaje no éramos ni un poquito conscientes de lo que en realidad estábamos haciendo. Ahora, después de tantos meses, empezamos a recapacitar y a entender que este viaje no ha consistido solo en visitar volcanes, playas paradisíacas o ciudades. El viaje real lo hemos experimentado en nuestra forma de pensar, en nosotros mismos. 

Y ahora el miedo surge por no saber si te adaptarás a lo que antes considerabas tu zona de confort. ¿Volveremos a sentirnos así, completos? ¿Después de ver todo lo que hemos visto, tanto bueno como malo? ¿Es posible seguir indiferente a tantas situaciones que se han quedado grabadas en nuestra retina?

En nuestro caso, el VIAJE REAL es el que ha hecho nuestra forma de ver la vida, y eso asusta. Pero también lo agradecemos, infinitamente. Y no nos arrepentimos. Si estas líneas consiguen hacerte reflexionar o animarte a dar un paso adelante, desde ya te decimos que te abroches los cinturones: porque vienen curvas y probablemente la mejor experiencia de tu vida.

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