¿Propinas viajando? ¡Claro que si!

✍️ José Luis Bauset ⎮ Viajéfilos

Será por aquellos años de estudiante en los que un trabajo como camarero daba para hacer algo más que solo estudiar.

Será porque realmente pensamos que con la propina se agradece un buen servicio más allá del precio establecido. O porque, simplemente, nos gustó la manera de hacer las cosas, más personal y con mayor pasión, como nos gusta en viajéfilos. Claro que estamos a favor de las propinas y nos gusta darlas, pero ya se sabe: “contra el vicio de pedir está la virtud de no dar”.

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¿Propinas viajando? ¡Claro que si!

Y es que como viajeros, en muchas ocasiones nos hemos sentido acosados en situaciones relacionadas con las propinas.
Seguro que muchos de los que os habéis embarcado en un crucero por el Nilo entendéis de lo que hablamos. Mucho antes de embarcar la misma compañía con la que contratas los servicios ya te aconseja acerca de la conveniencia de la propina al finalizar el viaje. Es más, te indican incluso la cantidad de dinero con la que debes de agradecer un servicio que todavía no has recibido, con el
que todavía no sabes cuanta satisfacción vas a tener. ¡Y mira que ilusionado has ido!. Por desgracia, esta práctica, como todos sabemos, es habitual en todos los cruceros. Viajes en los que el “todo incluido” no es más que una mera falacia cuando lees la letra pequeña y entras en este mundillo de las propinas.


Tampoco hace demasiado en un viaje a Turquía, un amable guía, que apenas conocíamos hacía una hora, pensó que era un buen momento para solicitar una cantidad de dinero en concepto de propina para el conductor del bus y para él mismo. El recorrido estaba previamente pactado y pagado con anterioridad. ¡Menús ilusión teníamos!. Le comentamos en voz baja, para que nadie se amotinara a favor de una causa que ni siquiera existía, que nosotros preferiríamos esperar al final del día para saber qué cantidad era la razonable como propina por el servicio. Incluso podía ser mayor que la solicitada si nuestras expectativas se veían superadas. El comentario no fue nada bien encajado por aquel, hasta entonces, sonriente guía y, ante nuestra duda y como castigo, nuestro buen amigo turco decidió imponernos una variación en el circuito. Es más, no quiso quedarse ahí y trató de enfrentar a todos los viajeros de aquel autobús contra nosotros, los “culpables” de la variación en el curso del tour que tan bueno iba a ser y que ahora sería un desastre. Y todo por no aceptar a regalarle aquella propina que todavía no había ganado. El sueldo ya lo había cobrado.


Como último ejemplo y, seguro que de nuevo a muchos os suena os pondré el caso de Chile, paraíso natural del que volvemos y donde una adición del 10 % en la cuenta es regla común en todas las consumiciones. Lejos de ser un país económico para el turista, ese 10 % en muchos casos puede suponer una cantidad importante por un servicio. No entendemos que tras pagar tres euros por un café pueden exigirte 0,30 € por llevarlo a la mesa. En el peor de los casos se exige incluso si has ido tú a por el café.
El engaño pasa a mayores cuando todavía no conoces el sistema y ni tan siquiera se te avisa de que ese 10 % es opcional. Pero la cosa se complica cuando o bien te niegas a añadirlo o aceptas pagar una propina pero menor de la exigida. Será entonces cuando aquella amable sonrisa con la que te sirvieron
ese café en la barra desaparece drásticamente.
No sabemos si el sueldo del “mesero” se completa con las propinas, ni mucho menos si es adecuado o no a su trabajo. No nos incumbe y desde luego si nos pidieran opinión acerca de ello podríamos opinar. Muy probablemente ese sueldo es insuficiente, pero nada tiene que ver con nuestra propina. En definitiva, es triste que tratar de agradar en tu trabajo acabe dependiendo única y exclusivamente de una cantidad de dinero a cambio. El salario debe cubrir la función, el que se lleve a cabo con mayor o menor eficacia, ilusión y simpatía, hace sumar la propina. Pero mucho más triste es que esa cantidad la
fije el que la pide y no el que gustosamente la va a dar.

Como comenzamos este artículo: propinas claro que sí, pero siempre que el servicio sea adecuado
y tengamos, con gusto, las ganas de agradecerlo.

2 Comentarios

  • Pedro Raygal

    Viajefilos tiene como bandera informar veraz y actualizada.
    Sus fundadores ecuánimes y siempre abiertos a corresponder con criterio al alza, han bordado con un hilo de realidad la cuestión de las propinas con tres concisos casos y os aseguro que nos podrían relatar doscientos como poco.
    Gracias a Carmen y Jose Luis. Gracias Viajefilos.

  • Ana e Iñaki

    Muy buen artículo, sobre un tema recurrente en cualquier viaje, tanto si vas por libre como organizado, y que no es fácil de tratar aunque lo habéis expuesto perfectamente.

    En ocasiones, lo llaman propina por no poner «pago en destino», como bien dices lo incluyen algunos viajes ya en la letra pequeña y lo requieren al principio del recorrido. Si pone «pago local» no me molesta pero si pone «propina» me enciende porque la propina va acorde al trato recibido y eso no lo sabes al comenzar el viaje.

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