Puglia y sus Trulli
✍️ Luz Picos ⎮ El viajero Accidental
Son muchos los destinos posibles si piensas en una escapada a Italia. Eso está claro y no digo nada nuevo, obviamente. Pero hoy quiero hablaros de un área del sur de Italia que de momento no está demasiado explotada.
¡Nos vamos hasta el talón de la bota para conocer la región de Puglia! También conocida como Apulia, que fue el nombre oficial de la región durante siglos. Su capital es Bari y estoy segura de que más de una vez ojeando alguna revista de viajes o mirando algún blog viajero habéis visto fotografías de las construcciones típicas de esta región: los trulli. Ahora hablaremos de ellos con detalle por si aún no los conoces porque su historia y la forma de construirlos lo merece.
Apulia cuenta con diversos atractivos: su costa y sus playas, su cocina, su patrimonio cultural, su historia, sus ciudades blancas…
La Puglia fue parte del territorio español en Italia. Primero perteneció a la Corona de Aragón durante los siglos XIV y XV. Posteriormente, con los Reyes Católicos, como consecuencia del enlace de Isabel y Fernando pasó a pertenecer al territorio español.
Y ahora centrémonos en los protagonistas de este artículo. Os hablaba hace un momento de los trulli. Se trata de unas construcciones que están presentes en todo el Valle de Itria.
Un trullo es una pintoresca construcción blanca y de forma cónica que está realizada en su totalidad con gruesos muros de grandes bloques de piedra caliza que se colocan sin mortero, es decir en seco. En su parte superior se corona con un cono oscuro compuesto por círculos de piedra impermeable superpuestos; estos bloques de piedra son llamados chiancarelle.
La explicación más extendida sobre esta manera de construirlos tiene que ver con algo que te va a sorprender: la evasión de impuestos. Se dice que cuando los campesinos eran conocedores de la llegada del recaudador podían desmontarlos fácilmente por su estructura sencilla de piedra seca sin argamasa.
A principios del siglo XVI había poblaciones como Alberobello, en la que luego nos detendremos, que eran un pequeño feudo de los condes de Conversano. Se trataba de una tierra fértil que atrajo a gran cantidad de campesinos. Por este motivo los condes comenzaron a autorizar a los colonos a construir sus viviendas, pero con la condición de que las hicieran de piedra sin argamasa para poder ser derruidas en caso de inspección regia.
Comenzaron siendo no más de cuarenta trullis hasta que en 1620 se produjo una gran expansión de ellos.
Esto tenía su explicación porque desde el siglo XV en el Reino de Nápoles existía la Prammatica de Baronibus que permitía exigir el pago de un tributo por la construcción de asentamientos urbanos permanentes. Al construir de esta forma precaria conseguían evitar ese impuesto porque los deshacían y los volvían a construir una vez pasada la inspección. Gracias a esta artimaña hoy podemos disfrutar e incluso alojarnos en estas peculiares construcciones que a partir del siglo XIX se fueron reconstruyendo ya con argamasa.
Si bien es cierto que los trulli te los encuentras esparcidos por todo el Valle de Itria dispersos entre almendros, olivos y viñas, la zona en la que vamos a encontrar una mayor concentración de ellos es en Alberobello. No en vano son muchos los que consideran a Alberobello la capital de los trulli.
Lo cierto es que los trulli de Alberobello conforman una postal que merece la pena ser vista. De hecho son Patrimonio de la Humanidad desde 1996 y no nos extraña lo más mínimo porque lo merecen.
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En los pináculos que los rematan vamos a encontrarnos con diferentes símbolos decorativos. Estos dibujos se pintan con cal y hay quien cree que se hacían para espantar los malos espíritus. Los hay realmente originales y tanto de origen pagano como cristiano. Y es que los pináculos además, según su diseño y el trabajo invertido, servían para reconocer la calidad de la construcción y las dotes artísticas del artesano que lo decoraba.
Los materiales con lo que están construidos permiten que conserven el calor en invierno y que se mantengan frescos en verano.
Alberobello estuvo sometido a la servidumbre feudal hasta que en 1797 el monarca Fernando IV de Borbón emitió un decreto, en Tarento, por el cual se elevaba a la pequeña villa a la categoría de ciudad regia y quedaba liberada de esta carga.
Un paseo por Alberobello
Pasear por Alberobello y perderse por sus calles llenas de trulli es como hacerlo por un cuento porque son unas construcciones de gran belleza y originalidad.
Los trulli de Alberobello se encuentran especialmente concentrados en dos barrios: Monti y Aja Piccola. Aunque también hay que mencionar el barrio de Rione Montegrappa donde merece la pena visitar el Trullo Sovrano y la iglesia de los Santos Médicos Cosme y Damián. Es un barrio principalmente residencial. Alojarse en esta zona tiene su encanto por su tranquilidad. Uno de los dos alojamientos en los que pernoctamos se encontraba en este distrito.
También podemos encontrar trullis en los campos de alrededor como pueden ser las zonas de Martina Franca, o en poblaciones como Locorotondo o Conversano.
El barrio Monti con sus mil trulli se encuentra sobre una colina y está coronado por la iglesia de San Antonio que aunque se construyó en el siglo XX tiene forma de trullo. El barrio de Aja Piccola no guarda la homogeneidad del distrito de Monti.
No es fácil elegir un trullo de Alberobello para empezaros a hablar de ellos. Pero quizá fijándonos en su tamaño podemos comenzar por el Trullo Sovrano, el Trullo Soberano, que es el más grande de todo Alberobello.
El trullo Sovrano está situado en el centro histórico de la villa y se puede visitar porque a día de hoy es un museo. Una de sus peculiaridades es que es el único trullo que tiene un segundo piso al que se sube a través de una escalera de mampostería. Realmente está conformado por un grupo de doce conos que se coronan con una cúpula de 14 metros de altura.
La parte izquierda es la que corresponde a la construcción original que data del año 1600. El resto de la construcción corresponde a la ampliación realizada a mitad del siglo XVIII por encargo de la familia del sacerdote Cataldo Perta.
Otro trullo que merece un espacio por sí solo es el Trullo Siamés. Se encuentra en el barrio de Monti.
En esencia son dos trullos fusionados y unidos por su parte central. La leyenda dice que simboliza la historia de amor y odio de dos hermanos.
Hay otras dos visitas curiosas. Por una parte la Casa D’Amore que fue la primera edificación construida después de que Alberobello quedara libre en 1797 de todas sus obligaciones fiscales gracias al rey de Nápoles. Y por otra parte la Casa Pezzolla que es el Museo del Territorio y está constituido por un conjunto de quince conos interconectados.
Y si quieres impregnar tus pupilas de una panorámica de postal de los trulli de Alberobello no puedes dejar la villa sin disfrutar de las vistas desde el mirador que te ofrecerá una foto perfecta: el Belvedere Santa Lucia.
Lo cierto es que a partir de la declaración de los trulli de Alberobello como Patrimonio de la Humanidad se dio un resurgir de estas edificaciones. Muchas de ellas se convirtieron en casas vacacionales. En un primer momento fueron los alemanes quienes se dedicaron a comprar trullis, seguidos por los británicos. La diferencia entre unos y otros ha consistido en que los segundos siguieron comprando. Un aliciente más para que esto haya sido posible son los vuelos baratos a Bari y Brindisi.
En la zona de Martina Franco pudimos ver algún trullo pendiente de restauración todavía…
En nuestro caso podemos confirmar todo ello porque disfrutamos del Trullo Capo di Gallo en esa zona de Martina Franco. Llegamos a la Puglia en un vuelo doméstico desde Bolonia a Bari.
Si aún no has visitado esta zona de Italia ni la tienes entre tus próximos destinos te proponemos que te lo plantees porque creemos que te sorprenderá como nos sucedió a nosotros.
¡Ci vediamo in Puglia viaggiatori accidentali!