Un Viaje de Azules
✍️ Concha Peiró ⎮ Aetheria Travels
Viajamos con la razón y también con los sentidos. Se puede viajar con el tacto -sentir texturas y temperaturas, como la fina arena de una playa tropical o el gélido hielo patagónico-, con el oído – los sonidos de la naturaleza o la llamada del almuecín-, con el olfato – el olor a hierba fresca o a las especias de un mercado oriental-, con el gusto –aromas exóticos o caldos reconfortantes que llenan el paladar.
Sin embargo, reconozco ser extremadamente visual. Las imágenes entran a raudales por esas dos ventanas que son los ojos y a menudo se quedan impresas en mi retina. Y cuando no es el caso, siempre queda mi cámara, mi compañera fiel, para mostrarme y ayudarme a revivir esas imágenes únicas, testimonios de un instante vivido en algún viaje, cercano o lejano en la distancia y el tiempo.
Me gustan los colores. Me apasiona el azul. Predomina en el cielo y el mar, dos territorios de una amplitud que asombra y libera. El azul fue uno de los primeros colores que el ser humano pudo reproducir artificialmente. Ya los egipcios crearon un pigmento con esa tonalidad hace miles de años. Hay quien asocia la palabra azul –“blue”- con la melancolía. Para mí es el color del sosiego, especialmente en sus tonalidades más intensas. Para muestra, ese azul tan profundo que tiñe el cielo cuando va cayendo la tarde antes de ceder el paso al negro noche.
Te propongo un pequeño viaje, de azul en azul. Iremos a lugares o territorios impregnados de este color, veremos elementos decorativos o acuáticos, ciudades y paisajes asombrosos, flores y obras de arte. Sigue leyendo y sumérgete también en la belleza del azul y sus distintas tonalidades.
1. Chefchaouen (Marruecos) – Un callejón cualquiera
Sí, podría ser una callejón cualquiera de Chefchaouen porque en esta llamativa ciudad del Rif el azul no es una casualidad. Aquí y allá este color, en una escala amplia de intensidades, pinta las fachadas, las fuentes, los zaguanes y a menudo el suelo de las calles por las que caminan los visitantes hipnotizados por este tono omnipresente. A los pies del Monte Lakraa, Chefchaouen es una explosión de color en medio del paisaje abrupto del norte de Marruecos.
2. Santorini (Grecia) – Una isla en blanco y azul
Mil veces retratada, protagonista de cientos de anuncios de viajes, no por ello deja Santorini de ser una isla volcánica de una belleza inusitada. Allí, el blanco casi inmaculado de las paredes encaladas contrasta con el azul: el del cielo, el del mar Egeo -cuna de mitos y leyendas- y el de las cúpulas de las iglesias rematadas por cruces ortodoxas. El sol ilumina, potencia el color y da vida a esta isla cíclada del extremo oriental del Mediterráneo.
3. Jokulsarlon (Islandia) – Laguna Glaciar
Esta laguna es uno de los múltiples espectáculos naturales que pude contemplar durante un recorrido en coche por Islandia. La isla de hielo y fuego es un asombroso compendio de volcanes, glaciares, cascadas, desfiladeros y playas infinitas. Las aguas de la laguna de Jokulsarlon se formaron al derretirse el hielo de un glaciar. Sobre ellas flotan a la deriva los fragmentos de azul intenso que poco a poco a se siguen desprendiendo de la gran masa de hielo hasta llegar al borde del mar donde se funden como diamantes sobre las oscuras playas volcánicas.
4. Melilla (España) – Fuente del Parque Hernández
Paseaba por el Parque Hernández de Melilla en un día de sol cuando decidí congelar con la cámara el movimiento del agua en una de las fuentes. Me gustó la plasticidad de las formas líquidas y sus ondulaciones transitorias. También la gama de azules de ese instante congelado: los cuadrados más intensos de los pequeños azulejos cuadrados de la fuente, el azul casi blanco del agua en movimiento y el color más profundo del fondo de la fuente.
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5. Madrid (España) – Jardín Botánico
“Iris Java Bleu”, ese es el nombre que aparecía escrito en un cartel junto a esta flor de un azul que tendía hacia los morados. Había florecido en la primavera madrileña, en un parterre del Real Jardín Botánico del Paseo del Prado. Destacaba por su coloración inusual, por las nervaduras más marcadas que recorrían sus pétalos, delicados, sinuosos y abiertos al resplandeciente sol de Madrid.
6. Lamego (Portugal) – Escalinata de la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios
Portugal es un país de azulejos y en ellos predominan las tonalidades azules. Como en este panel de la impresionante escalinata que asciende hasta la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios en la localidad de Lamego. Son 686 escalones los que llevan desde la ciudad al templo formando un zigzag simétrico y nueve terrazas bellamente decoradas. La Virgen María, el arcángel Gabriel, una paloma y delicados motivos geométricos y arquitectónicos conforman esta Anunciación azul en esta recóndita región de Trás-os-Montes.
7. Nueva York (Estados Unidos) – “Blue Monochrome”, Museum of Modern Art (MoMA)
Un azul absoluto, sin matices ni tonalidades, sin traza alguna de verde, morado o gris, protagoniza este cuadro que he podido ver en varias ocasiones en el MoMA, un museo imprescindible de la inmensa urbe cultural que es Nueva York. El autor de “Blue Monochrome” fue Yves Klein, el artista francés que creó y registró un nuevo color, el International Klein Blue (IKB). La monocromía era para Klein una manera de representar lo infinito y lo inmaterial. Podrá entenderse o no, gustar más o menos, pero lo cierto es que me gusta contemplar este cuadro y sumergirme durante unos minutos en el azul rotundo y sin complejos de Klein.
8. Islas San Blas (Panamá) – Tonalidades del Caribe
Este archipiélago compuesto por unas diminutas 365 islas se encuentra en territorio Guna, regido por una de las varias etnias que componen el mosaico humano de Panamá. Palmeras, playas de arena fina y blanca y aguas que se declinan del azul al verde componen el paisaje paradisiaco de este enclave de la costa del Caribe panameña. Este paisaje es naturaleza pura, sencillez, mar, arena y sol, ideal para dejar atrás durante algunas horas o días las complicaciones de nuestro modo de vida.
9. Cartagena de Indias (Colombia) – Centro histórico
Caminar por las calles del centro de Cartagena de Indias es como dar un salto atrás en el tiempo y volver a la ciudad colonial que fundaron los españoles en el siglo XVI. Amarillos, rojizos o azules pintan las fachadas que contrastan con los barrotes de madera que cierran ventanas y balcones. Es una ciudad viva y colorida, que bulle de actividad. Si a esto le sumamos un clima cálido, la exuberancia de las frutas y las flores y la brisa del mar Caribe, se entiende por qué estamos en una de las ciudades más bellas de América.
10. Región de los Lagos (Chile) – Foto aérea
Chile se extiende de norte a sur como una larguísima cinta de tierra encajonada entre la cordillera de los Andes y el océano Pacífico. Es por eso que cuando se vuela de Santiago de Chile hacia el sur del país conviene conseguir un asiento en el lado izquierdo del avión. Y es que, si el clima es propicio, el espectáculo desde el cielo será asombroso: se sucederán ante los ojos del pasajero las cumbres cónicas y nevadas de los volcanes y picos que conforman la cordillera. Aparecerán también grandes lagos y territorios verdes donde la naturaleza reina, tan sólo salpicada aquí y allá por algún núcleo urbano. La grandeza de Chile a través de la ventanilla de un avión.