Ciudad de México: un flechazo fulminante. 5 motivos por los que amar la capital mexicana

✍️ Mar Colina ⎮ Mis viajes de película

Viajar se parece mucho al amor. La experiencia puede ser mágica e irracional a partes iguales. A veces se pisan lugares por primera vez y se siente un flechazo instantáneo. El ambiente resulta deliciosamente familiar y uno se siente en casa, aunque esté a miles de kilómetros de su hogar.

Otras veces la primera impresión no resulta especial, pero con el paso de los días se acaban descubriendo las virtudes del lugar. Uno puede entonces llegar a amarlo, a veces sin querer.

5 motivos por los que amar la capital mexicana

Mi historia de amor con la Ciudad de México pertenece a la primera categoría. Esa del flechazo. Efectivamente la primera vez que pise la ciudad ocurrió la magia. No cabe duda de que los ruidos continuos, la contaminación o la inseguridad ya estaban ahí, pero yo la sentí vibrante, colorida y tremendamente seductora. Me atrapó de tal forma que acabé cometiendo una locura por amor. Hice las maletas y lo dejé todo por ella.

Dos años más tarde, nuestra relación se ha afianzado y ahora que los efectos del enamoramiento se van diluyendo, puedo decir que amo esta ciudad. Sus virtudes, sus defectos y el hecho de que me sigue sorprendiendo como el primer día. ¿Pero qué fue lo que me enamoró? Estos son los 5 motivos que me han hecho amarla irremediablemente y que hacen de la Ciudad de México un destino sorprendente

La ciudad de las mil caras

Ciudad de México es inmensa y tiene infinitas caras. Ahí radica gran parte de su encanto. Una de las mejores formas de conocer la ciudad es pasear por sus colonias, cada una con una personalidad única. Para comenzar, nada como perderse por las calles de la colonia Hipódromo – Condesa. Vegetación exuberante, preciosa arquitectura art decó y parques para descansar durante horas entre mexicanos o nómadas digitales americanos o franceses. La cercana Colonia Roma y la Colonia Juárez están repletas de bohemios cafés, pequeñas galerías y esplendidas casas de la época porfiriana. Por momentos parece París, pero es Ciudad de México.

Hacia el sur, la colonia de Coyoacán muestra la cara más tradicional de la ciudad. Allí vivió Frida Kahlo y los fines de semana las familias inundan sus calles para disfrutar de sus famosas nieves (helados típicos del lugar). Esta colonia está repleta de coloridas casas coloniales, hermosas iglesias y plazas llenas de encanto. Cerca se encuentra la no tan conocida colonia de San Ángel, llena de impresionantes casonas, calles adoquinadas inundadas por buganvillas y un mercado de artesanías que hay que visitar (El Bazar del Sábado). Pasear por la cercana Chimalistac es adentrarse en una colonia misteriosa, repleta de rincones mágicos y poco conocida incluso para muchos residentes.

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Si paseas por Polanco te transportas a un universo diferente. Una de las zonas más exclusivas de la ciudad, repleta de restaurantes y tiendas de lujo, esplendidos museos y el inmenso Bosque de Chapultepec (de casi 700 hectáreas). Aquí reside una parte importante de la comunidad judía y es habitual ver pasear a judíos ortodoxos por sus calles. Si te diriges al Centro sentirás que te transportas de nuevo a una ciudad distinta, una caótica, repleta de gente y monumentos históricos. Aquí están los restos del Templo Mayor de la época azteca, el Zócalo (la segunda plaza más grande del mundo), la Catedral Metropolitana y el Palacio de Bellas Artes. Esa es su cara más turística, pero si uno se adentra más allá se encuentra con lugares únicos que parecen sacados de una película como el tianguis de antigüedades de la Lagunilla, el mercado de la Merced o la calle Donceles repleta de librerías de viejo.

Nápoles, Narvarte, Escandón o Santa María la Ribera son otras colonias de la ciudad, en gran medida residenciales, estupendas para pasear sin rumbo y descubrir que las hace únicas. Repletas de parques, curiosos comercios, cafés, taquerías y mercados.

2. Un paraíso culinario

Visitar Ciudad de México y comer bien van de la mano. Y es que la comida es la protagonista indiscutible de la vida capitalina. Se come a todas horas y en cualquier lugar. Se come de pie o sentado; en las alturas como en la Torre Latinoamericana o sobre el agua en una trajinera como en Xochimilco, la cuestión principal es compartir la comida y disfrutarla. En CDMX encontrarás opciones para todos los gustos y bolsillos. Solo una cosa es segura, no pasarás hambre.

Nada como probar algunos de los deliciosos platillos mexicanos: tacos al pastor, birria, enchiladas, mole, chilaquiles, esquites, tamales o pozole (Califa / Orinoco / Cardenal / Peltre). También hay delicias estacionales como los chiles en nogada (Chalupitas). Si eres goloso disfrutarás visitando sus panaderías y será difícil elegir entre la infinita variedad de panes dulces (Saint / Emmer / panadería Ideal). También podrás disfrutar del auténtico chocolate mexicano (chocolatería Rifa) o beber mezcal, chelas, micheladas o pulque como si no hubiera un mañana (Antolina / La Hija de los Apaches).

En CDMX podrás alternar entre puestos callejeros, pequeñas fondas (las Delicias), animados mercados (Mercado de Coyoacán / Comedor de los Milagros) o restaurantes de primer nivel (Pujol / Contramar / Quintonil). Si tienes suerte no sufrirás la venganza de Montezuma (una visita al baño de lo más animada) y podrás disfrutar de un sinfín de experiencias culinarias muy especiales.

Para los valientes está la opción de probar sabores exóticos como los chapulines enchilados o los gusanos de maguey. Para los que buscan algo diferente, es muy recomendable visitar uno de los muchos bares o restaurantes clandestinos repartidos por la ciudad. Una humilde taquería que guarda en el sótano un cocktail bar de primer nivel o un restaurante de sushi escondido tras una supuesta barbería (Handshake Speakeasy / Tokoya Nigiri Bar). Por último, la variedad y la frescura de la fruta en México es maravillosa. No te vayas sin probar los deliciosos mangos ataulfo (originarios de Chiapas), los licuados y las refrescantes aguas de sabores.

3. Una ciudad que respira arte y música

Ciudad de México es una ciudad vibrante con infinidad de opciones de ocio para los amantes del arte, la historia o la música. Siempre hay un plan sorprendente sobre la mesa, ya sea un concierto, una exhibición temporal o una visita a uno de sus maravillosos museos.

Si te gusta la música puedes asistir a un concierto en el extraordinario Auditorio Nacional (con capacidad para casi 10000 personas), el Foro Sol o el Foro del Tejedor. También puedes escuchar jazz en pequeños lugares llenos de encanto (Zinco Jazz Club / Casa Franca) o música electrónica en sitios hipster (Departamento / Sunday-Sunday). Para los amantes del séptimo arte hay ciclos estupendos en la Cineteca Nacional y varias salas independientes maravillosas (La Casa del Cine MX / Cine Tonalá).

Los amantes del arte y la historia necesitarán tiempo para disfrutar con tranquilidad de los museos que ofrece la ciudad. No te vayas sin visitar el espectacular Castillo de Chapultepec (con vistas impresionante de la ciudad), el Museo de Antropología (podrás contemplar la emblemática Piedra del Sol), el Museo de Frida Kahlo (una visita de lo más emotiva) o el Museo Soumaya (alberga la impresionante colección de arte del mexicano Carlos Slim). Otros museos de arte imprescindibles son el Tamayo, el Jumex, el Museo de Arte Moderno o el de Arte Popular. Si te gustan los museos curiosos, puedes visitar el Museo del Chocolate o el Museo del Tequila y el Mezcal.

4. Un lugar en donde las tradiciones siguen vivas

Ciudad de México es una ciudad en donde las tradiciones siguen vivas. Hay infinitud de celebraciones que bien merecen una visita a la capital. Si quieres disfrutar de experiencias auténticas puedes escuchar a mariachis (Plaza Garibaldi), tomar tequila en cantinas tradicionales (La Faena), asistir a un espectáculo de lucha libre (Arena Coliseo) o descubrir los bailes regionales de la mano del Ballet Folklórico de México (Palacio de Bellas Artes).

Visitar la capital durante el ‘Día de Muertos’ en noviembre es una experiencia maravillosa. La ciudad se llena de coloridos altares y sus calles se inundan de la flor de cempasúchil. El ambiente es festivo y el tradicional pan de muerto simplemente delicioso (pastelería Suiza). Otra época especial para visitar la ciudad es durante las celebraciones de ‘El Grito’. Cada 15 de septiembre, los mexicanos salen a las calles y plazas públicas por la noche a festejar el inicio del Movimiento de Independencia. Por último, la ciudad está hermosa en el inicio de la primavera cuando florecen las jacarandas. Un auténtico espectáculo ya que las calles aparecen cubiertas de alfombras de flores lilas cuando estas comienzan a desprenderse.

5. Infinitas posibilidades de aventura

Ciudad de México es una base maravillosa para conocer México y las posibilidades son infinitas. Podrás realizar actividades de aventura sin alejarte mucho: hacer senderismo en el Nevado de Toluca (un volcán activo a 4646 metros), sobrevolar las Pirámides de Teotihuacán en globo aerostático o visitar pueblos mágicos como Tepoztlán o Valle de Bravo. Para los amantes de las experiencias únicas, desde la capital se organizan tours al Santuario de la Mariposa Monarca (Michoacán) y al Santuario de Luciérnagas (Tlaxcala).

Gracias a las aerolíneas de bajo coste (Volaris / Viva Aerobus) visitar ciudades maravillosas como Oaxaca de Juárez (Oaxaca), San Cristóbal de las Casas (Chiapas), Mérida (Yucatán) o San Miguel de Allende (Guanajuato) es rápido y económico. Si buscas naturaleza, prueba una escapada a Los Cabos (Baja California), Punta Mita (Nayarit) o las Lagunas de Bacalar (Quintana Roo).

Estos son cinco motivos que hacen de la Ciudad de México un destino fabuloso. Uno que ofrece historia a raudales, cultura, gastronomía, tradiciones, diversión y, sobre todo, calidez. Y es que más allá de toda la información sobre el país que nos llega a través de los medios de comunicación, lo más maravilloso de este país es su gente. Puede que al comienzo batalles con el ‘ahorita’ o ‘el tantito’, pero pronto los mexicanos (y los chilangos) se ganarán tu corazón. Lo harán sin que te des cuenta. Como en las mejores historias de amor.

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