Viajar: algo más que un hobby
✍️ Gonzalo De punta a punta
Viajar es algo que nos une a todos los “travel bloggers”. No creo que me equivoque si digo que siempre que terminamos un viaje ya estamos pensando en el siguiente.
Y aunque viajar sea una experiencia diferente para cada uno de nosotros, estoy seguro de que compartimos muchos de los sentimientos mientras estamos viajando. Viajar puede considerarse un hobby, una afición que practicamos en nuestros ratos libres, pero para muchos, viajar va mucho más allá.
¿Tienes un blog de viajes y escribes en español desde cualquier parte del mundo?
Soy Gonzalo, del blog De Punta a Punta y en estas líneas voy a intentar transmitir y explicar el porqué.
Emociones viajeras
Suena el despertador, pero esta vez no te levantas maldiciendo que qué pereza ir a trabajar. Esta vez, una mezcla de felicidad y nerviosismo te invade, es el día que comienza tu viaje. A esto se le añade el estrés de llegar a tiempo al aeropuerto, el pensar que le va a pasar algo al transporte y que vas a aparecer tarde en la puerta de embarque. Y si te hablo de esa sensación de que se te está olvidando algo importante dudo que te resulte extraña. Echas un ojo a tu pasaporte y billete por enésima vez y eso te tranquiliza un poco.
Una vez en el avión, sobre todo en viajes largos, creo hay dos tipos de personas. Aquellas que con la emoción del viaje apenas pegamos ojo y otras que se duermen antes de despegar y se despiertan ya aterrizadas. Y no hablemos de la primera toma de contacto con ese país que estás visitando. Infinidad de pensamientos se te pasan por la cabeza al cruzar la pista ya en el lugar de destino.
Permitidme que aquí retroceda un poco en el tiempo y es que las emociones viajeras no comienzan el día de tu viaje. Comienzan el día que decides cuándo va a ser tu próximo viaje y sobre todo el día que decides destino.
Aquí creo que resultaría complicado intentar aunar las emociones que nos empujan a elegir uno u otro destino. La que estoy seguro de que es común a toda persona viajera es la felicidad que nos invade el día que reservamos el billete de avión. En ese momento tan simple pero a la vez tan satisfactorio, se abre la puerta a una fiesta interior que solo los amantes de los viajes llegamos a percibir.
En la preparación del viaje y del itinerario hay muchas emociones encontradas, puede llegar a ser estresante para muchas personas, frustrante para otras y sin embargo, existimos algunos que disfrutamos buscando información y bosquejando el itinerario. De cada personalidad ya dependerá de llevar algo más cerrado, ir sin idea alguna a la aventura o de tratar de mezclar ambas sensaciones: seguridad y aventura.
Ya estamos en destino. Y dependiendo del mismo y de las situaciones que nos vamos a ir encontrando en el viaje, el carnaval de emociones va a variar: asombro, sorpresa, alegría, asco, tristeza, miedo, gratitud, esperanza y/o cualquier otra de las que experimentamos en nuestra vida cotidiana. Y es que cuando estamos de viaje lo que cambia, al menos en mi persona, es la intensidad de las mismas. Quizás el salir de nuestra zona de confort tenga esta consecuencia o quizás sea fruto de la desconexión de nuestra vida laboral.
Y es que aunque sea la tercera o la quinta vez que visitemos ese destino, las emociones, valga la redundancia, no dejan de sorprendernos. Viajando las preocupaciones cotidianas cambian y nuestra manera de vivir esos días alejados de lo que llamamos hogar nos lleva al siguiente punto: aprender.
Aprendizaje viajero
Venimos de experimentar un torrente de emociones, ¿hemos aprendido algo de ello? Pues si no lo hemos hecho deberíamos. Si somos capaces de gestionar todas esas emociones podemos contribuir a mejorar nuestra salud emocional.
Ya solo el hecho de cambiar de ambiente, esa desconexión de la rutina diaria y el enfrentarnos a nuevas culturas nos puede dar ese “punch” que necesitamos para motivarnos y ser felices. Para muchos viajar nos sirve no solo para aprender de otras personas que poco o nada tienen que ver con nosotros, sino mucho más importante, aprender de nosotros mismos.
Y os aseguro que no hay nada más gratificante que verte haciendo algo que jamás te habrías planteado hacer en tu día a día. Mírate, estás a miles de kilómetros de tu casa aprendiendo. Aprendiendo a disfrutar de la tranquilidad en la soledad del desierto o del ajetreo de un bazar, aprendiendo a socializar sin conocer el idioma, aprendiendo a gozar con sabores y olores que desconocías, aprendiendo a gestionar imprevistos, aprendiendo de los choques culturales, aprendiendo diferentes costumbres y sobre todo aprendiendo a disfrutar de las pequeñas cosas que tanto nos cuesta aprender.
Es también viajando cuando muchas veces aprendes a vivir, a tener un propósito y/o a ver las cosas de una manera que te permita disfrutar al máximo ese regalo maravilloso que es la vida. Y sí, soy consciente de que estoy escribiendo esto desde la comodidad y desde un estatus economico que me permite viajar, me atrevería decir que al igual que la mayoría los que estáis leyendo estas líneas. De nosotros depende que este hobby no se quede solo en un hobby.
Por un mundo mejor
Se dice que viajando se aprende a ser más tolerante y comprensivo. Que el hecho de encontrarte con personas de otros países, con realidades y creencias diferentes, te hace ser mejor persona. Yo discrepo bastante de esta afirmación. Es cierto que viajar puede proporcionarte una mayor apertura de mente y puede llevar a cambiar tu forma de pensar en muchos aspectos.
Pero el aprendizaje no solo se basa en estímulos externos: si la persona no quiere aprender, por mucho que tenga un libro en sus manos, no va a aprender. Pues lo mismo con viajar: si tu manera de viajar es llegar al lugar, hacerte fotos en los sitios más bonitos para subirlos a las redes, tirar de hamburguesa o pizza porque la comida extranjera te da cosa y evitar interaccionar con algún lugareño, es difícil que aprendas. Y eso es una pena, porque mientras viajas el intercambio cultural lo tienes a tiro de calle, parque o bar.
Si rompes esos miedos y barreras culturales y te dejas embaucar por las costumbres extranjeras, te aseguro que tus viajes van a ser mucho más enriquecedores. Lo serán ya no solo a título personal, sino también desde una perspectiva comunitaria.
Si de verdad aceptamos la diversidad de este mundo y aprendemos a convivir con ella, el mundo será un lugar mejor. Ya que tenemos la suerte de poder viajar y que nos gusta escribir, tratemos de reflejar esas diferencias ya no solo en nuestro blog sino en las personas que conocemos viajando. No os podéis imaginar el poder que puede llegar a tener una conversación o interacción cuando estás viajando.
No se me va a olvidar la cara de felicidad de una joven dependienta, en un lugar remoto de una ciudad sudafricana, al interaccionar con cinco personas blancas. ¡Hasta nos pidió un autógrafo cuando nos íbamos! Y aunque un autógrafo de una desconocida probablemente no te cambie la vida, sí puede impactar de cierta manera y más en gente que ha sufrido conflictos bastante recientes.
Cuando el hobby se convierte en trabajo
En la entrevista que me hicieron en este mismo blog, comentaba que mi travel blog era mi hobby, mi blog personal. Es decir, yo mismo considero el blog como un hobby desde el que poder comunicar mis vivencias viajeras con el resto del mundo.
Pero sé que para varias personas, el ser “travel blogger” va más allá y es la manera de ganarse la vida, su trabajo. Entiendo, y que me corrijan si no es así, que la manera de viajar cambia cuando el hobby se convierte en trabajo.
Pese a que el verbo es el mismo: viajar, la esencia, las emociones y las experiencias cambian. Ya que como he dicho antes, la desconexión de la vida cotidiana puede ser algo que ayude a vivir los viajes de otra manera. Y sí, seguirás disfrutando al conocer otras culturas, al relacionarte con otras personas y sufrir mil y una vivencias. Hasta te sentirás una persona afortunada por trabajar mientras haces algo que te encanta.
Pero si viajar se convierte en tu vida cotidiana, ¿llega un momento en que pierdes esas emociones de las que hemos hablado antes? ¿es la rutina laboral tan poderosa que puede llegar a “estropear” lo que consideramos viajar? La parte buena que veo a esto es que siempre puedes planificar un viaje para escapar de tu trabajo.